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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Lejos

Que lejos estoy de casa, del sonido de tu talón descalzo contra el parqué. Qué lejos estoy de tu pecho sobre el que cada noche diluía las penas de mis días, donde me aferraba y sonreía sin saber nunca bien por qué. Lejos de los nervios que dejé escondidos en el cajón de mi mesilla, de aquellos que aceleraban mis pulsaciones cuando me anticipaba al sonido de tus llaves en la cerradura, y te sabía llegando antes de oírte. Qué lejos de aquellos labios que me hacían confesar. De tus torturas de algodón. Lejos de tus uñas y dientes. Lejos de los compases de tu voz. Del calor de nuestra cama. Del frío de la punta de tu nariz, de tus pies helados. Qué lejos de ti. Tan lejos que no existes. Que no me elevas. Que no me dueles. Este mechero no prende. Por fin. La llama me alcanza el alma entrando por mi boca. Ardo en mi propio infierno. Te veo vestido de rojo como Satán. Si cierro los ojos, me sabes a él, me besas deprisa y vuelves a estar cerca. Trataré de no verte nunca más en la parte baja