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Tus viejas cintas de cassette y las lágrimas de San Lorenz

Una mirada en alguna parte que dice mucho, que dice demasiado. Una sonrisa que abre el baile. Una canción que suena, que hace retumbar, que se cuela en todos los tímpanos. Un pestañeo que esconde pasos. Un cuerpo frente a otro. Una pista de baile. Me acuerdo todavía como fue aquella noche, aquel baile que abrimos bajo la luna, y que al llegar el amanecer tuvimos que parar. Me acuerdo como no sabíamos bailar y sin embargo nuestros pies embrujados por la magia de las estrellas marcaban el ritmo, los pasos, los compases y tú y yo bailábamos sin saber que lo hacíamos , mirándonos a los ojos. Recuerdo perfectamente como olía a tierra mojada a lo lejos y me envolvía el olor de tu aftersafe. Recuerdo también que yo estaba nerviosa, poco más que tú, que habías cogido el traje de chaqué a tu padre, y yo llevaba un vestido que una amiga me dejó, y unos tacones que había cogido del armario de mi madre. Me acuerdo también que había luna llena o eso dijiste. Que el oscuro cielo de una noche de vera

Fumarte.

H uele a tierra mojada, a vodka, a tabaco, y a ti. Mis pulmones siguen encharcados en el humo. Mi cerebro flota en alcohol. Mis manos tiemblan. Mi corazón se queja, pero sigue latiendo. La noche ha caído sobre la ciudad pero estoy demasiado “distraída” como para percatarme de ello. Me tumbo en la cama y me enciendo un cigarro más, el último. No me conviene seguir fumando tanto, tampoco me convienes tú… Los humanos somos seres hipócritas. Creamos miles de medicamentos para salvarnos, para huir de la muerte, pero nos enganchamos a ella. Quizás no tan hipócritas, quizás kamikazes o simples suicidas. Disfruto cada calada. Y me siento cigarro, enganchada a alguien que le enciende, que le consume la vida a bocanadas, que arroja las colillas ya gastadas y enciende otro pitillo con la misma mirada de deseo, y se lo fuma inspirándole la vida, quizás por eso fumo con cuidado. “Que no me convienes, que voy a dejar de fumar, y voy a dejar de ser cigarrillo también”, digo, como si de verdad me

Porque se fue.

Estaba sentada en la silla, con una postura un tanto incómoda, sin atender a la clase y preguntando en todo momento la hora, hasta que llegó. Sonó el timbre en el pasillo y me apresuré a recoger lo poco que me quedaba en la mesa, mientras buscaba con la mirada la puerta. Bajamos deprisa hasta el patio, y más rápido aún, salí hacia la calle mientras me recolocaba el uniforme. El primer paso que di una vez fuera, fue delicado pero decidido. Bajé la calle corriendo, sin despedirme de nadie, esquivando los coches de los padres de mis compañeros que muy a su pesar habían venido a buscarlos. Me agarraba la falda como podía, porque mientras corría se me abría. Había adelgazado y se me caía. Llegué a la rotonda, y con cierto cuidado, crucé por ella, cambiándome de acera. Sólo una me llevaba a la estación, y no me importaba en absoluto lo que las chismosas de las madres pudiesen decir al verme correr entre sus coches así, cruzando de mala manera; Ni me importaba lo que mis compañeras pudieran

En esto del amor

Un tsunami o maremoto, según la DRAE, es una agitación violenta de las aguas del mar a consecuencia de una sacudida del fondo, que a veces se propaga hasta las costas dando lugar a inundaciones, pero un tsunami es mucho más que eso. Un tsunami no es una ola gigante; un tsunami es lo arranca de cuajo miles de vidas y desestructura otras miles. Lo que hace que se pierdan hogares, se pierdan familias y se pierdan esperanzas. Un tsunami es la furia de la naturaleza, es la clara prueba de superioridad de esta. Un tsunami, se lleva la vida y trae muerte, desgracias. Un tsunami lo destroza todo, pero es inevitable, y antes de que la ola llegue, antes de que se pierda todo, ves como el agua, antes de la ola, se retira varios kilómetros de la playa, y ahora yo soy como esa playa que esta sin agua, y tú eres como un tsunami que está volviendo otra vez a mi vida, y a mí no me queda otra que esperar, esperar a que vengas de nuevo y lo arrases todo, como hiciste hace tiempo. Porque esto es así, e

Nuestro Balcón.

Imagen
Un trocito de cemento que sobresale de una vieja fachada. Un pequeño lugar que separa nuestra habitación del cielo, del mundo. Menos de un metro cuadrado, vallado, pero abierto hacia dónde todo es posible. Nuestro balcón es más que todo eso. Es lo que abre nuestra habitación, nuestro refugio. Es el lugar donde de madrugada sales a fumarte un cigarro si estás nervioso o agobiado y yo te persigo con la mirada mientras me hago la dormida. Es el lugar donde hacemos público que nos queremos. El lugar donde ponemos nuestras macetas. Donde planto flores y las canto todos los días porque mi madre dice que así crecen felices. Desde donde veo las estrellas por la noche. Nuestro balcón, es por donde se cuelan los rayitos de luz por la mañana. Donde se posan los pajaritos en primavera a cantarnos. Son esos barrotes, irónicamente, donde me apoyo cuando quiero sentirme libre. Donde me subo cuando siento que mi vida hace equilibrismos, recorriéndolos con cuidado mientras espero que me bajes de ahí.

Hablando del pasado.

E l tiempo que pasa . El teléfono que suena . Los coches que pitan. El sol que se esconde sin esperar que las farolas se enciendan. La luna que no se asoma. Unas llaves que chocan. Unas zancadas largas que retumban en un lugar lejano. La música del vecino de arriba. Un perro que ladra. Un niño que llora. Una flor que muere. El mundo sigue viviendo. Las cosas siguen sucediendo y yo no entendía como podía ocurrir algo así. Cómo la vida no se había detenido a dirigir su pérdida. Cómo la Luna no se había muerto de tristeza. Cómo no te había llorado el Sol. Un día de lluvia en el que las gotas no decían nada. Ni siquiera sabía que llovía, aunque estaba empapada, destrozada, como si la lluvia hubiese penetrado hasta mis huesos, pero no era eso lo que dolía. Un silencio escondido en el ruido de la vida, que para mí, ya ni era vida ni era nada. Y me acuerdo como si hubiese sido ayer como quería quitarme la vida; como quería acompañarte a dónde tú fueras.  Saqué un cigarro del abrigo y lo ence