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Delante

Te tengo delante y me sonríes. Está todo en calma. Me estás mirando con cariño, sin moverte, como quien mira con orgullo de padre, como quien observa desde la vitrina aquello que tanto quiere y no puede tocar, obra de arte, o zapato de cristal, que más me da… Yo no avanzo ni tengo vida en aquel instante, si me miras se detiene todo lo demás, simplemente, deja de importar, y yo que no sé parar el tiempo de otra forma, no sé negarme, una vez más, al brillo de tus ojos, a aquella fuerza sobrenatural. No recuerdo el nombre de esta ciudad, ni siquiera el mío propio, pero no he olvidado, dónde he de rascar, para que salga afuera, la angustia del pasado que devora. Juraría que escondes también tú, en vasijas de barro, la pena de Sintra; que guardas, bajo montones de inviernos, la ristra de besos que te di en la capital. Y hace ya tiempo que dejaste de ser corpóreo, que te veo y no te alcanzo, que sonríes y no besas. Hace ya tiempo que te encuentro en la cara del cajero, en la

Por dos segundos más.

Gata negra, deja de clavarme las uñas en la espalda. No he venido a declararte guerras, no he venido a quedarme con nada. Paloma blanca de ala rota, yo solo sé confiar en tus heridas, confiar en la dinámica del viento, confiar en que te dejen alzar el vuelo, dejadla morir en libertad. Que yo me moriré de pena luego. He vaciado la estación espacial a gritos de emergencia para vivirte fugaz como un astro amenazante que compromete esta ciudad. He prometido a jóvenes astrólogos, un fenómeno sobrenatural. Cambiaré las constelaciones de forma y lugar, cambiaré mi signo del zodiaco para ver si así, crees que tienes que besarme. ¿Son así las reglas de este juego? Solo quiero que no acabe, que no muera esto que hay plantado, que sigas siendo hierro en sangre. Que me pidas que te siga, que me des la mano y no la sueltes. Que dejes libre a tus ganas confinadas. Que dejes libre el apetito, que no vuelva ya por casa. Que des

Jaque

Escondía siempre, de mi campo de visión, todos los peros. Matizaba con excusas todos sus defectos. Y tejía por las noches bufandas de reproches que escondía al llegar el amanecer, para abrigar luego a la anunciada soledad, que esperaba paciente su brillante aparición. Si te marchas quedaré inmersa en la tristeza, condenada a un mundo gris, así que mientras tanto, mientras tenga tu mano en la mía, aun con el tiempo en nuestra contra, pintaré de naranja este cielo, que ya quiere acostarse y dejarse ir. Y si amanece el día desde Holanda, gritaré fuerte hasta que se oiga por París, que en los montes de la mía patria, un día yo te describí, hablando con la Luna me decía, que en los canales de tus tierras ella mece las cunas, de los malos poetas, de los malos amantes y consuela sobre su pecho a los que, como yo, no son correspondidos nunca, y se pierden entre llantos y recuerdos. Y entonces descubrí, que llevas acento del sur en los labios, que traes contigo aires de grandeza, y te me

Trotamundos.

Y en Madrid al llegar la noche rejuvenecen las calles. Se llenan de luces y pasos largos. En Galicia se tiñen de verde los prados para estar listos a la mañana siguiente. Llueve en sus playas. En Barcelona ya nadie habla de política y se besan amantes de lenguas distintas. Sevilla se sube al tablao y canta canciones del sur, para empujar el viento a las ruinas de Mérida. En Canarias aún no es de noche. Y en Segovia se enganchan las almas rotas bajo su acueducto, trocitos de historias aún sin acabar. Valencia no tiene esta noche mascletá y sin embargo estallan en bares las risas de quiénes no se quieren separar, y arden hogueras en su fina arena aunque no sea san Juan. En Toledo aún luchan quienes abogan por la igualdad: por sus barrios judíos pasean musulmanes y cristianos charlando de paz. Toda la noche viajando si me miras con esos dos ojos tuyos. ¿Cómo puede ser que vea tanto dolor y sufrimiento y a la vez sea capaz de encontrar la calma? Anduve de puntillas con aquellos

Amante de plata

Amante de plata, te sienta bien el plano a contraluz. No frenas primaveras deshojando margaritas, ni bebiéndotelos. No taponas mis riadas con tus manos. Hoy vamos a llover de madrugada. Se han vestido de curvas mis miedos, y de asfalto mi piel.  Exhalo humo como petrolera, respiro vapor de ti. Corazones gigantes en camas pequeñas ¿o era al revés? Pica la almohada más en el sur. Y ya no aplauden los extraños. Entiendo que no puedo suplicarte una vez más, pero quédate, ven conmigo para siempre. Me duele el alma de quererte, eres vicio de los malos. Tengo entre las costillas guardados, los recuerdos de aquella noche casi en fin de año, tus manos en mis manos leyéndome a tientas, verte como un ciego, sommelier en tus labios. Me creí cineasta sobre aquel colchón de mimbre. Jugué a limar la coraza que me impide llegar a ti, y solo encontré nervios inconexos, ceniza y alguna que otra noche oxidada. Tengo tus besos empapados en s

Lo que quieras

Huele a salitre hoy la luna de este cielo oscuro y se enredan todas las estrellas en los flecos de tus mantas. Algún hilillo suelto te asoma en lo alto de tu pecho, aquel que arrancaron de golpe del rumor de tus mareas chocando en la parte alta de mis montañas, donde subía yo a escuchar silbar al viento, a tumbarme boca arriba y oír latir lo que quedaba de mi alma. Se está pudriendo la madera de los molinos, que ni el ron ni el agua añeja, consiguen resucitar, con su movimiento circular, como la cajita de música de tu voz, como tu dedo en mi espalda.  Suena el silencio en los poros de mi piel, y repite a gritos sin embargo el algodón de mis sábanas, el mantra de tu mano en mi pelo anudando noches en vela, encallando barcos pirata. Grita el pulso que ya basta, la tensión en mis músculos agarrotada. Te encuentro si miento. Te busco a tientas en aquel sitio de mi yo oscuro del que nunca vuelvo ilesa. En el pasado, en el dolor, en las canciones de cuna, en los besos sanadores y en l

Dime que sí

Ha soplado el aire fuerte, se me ha despeinado el pelo y la calma. Ha borrado el agua salada las marcas que abandonaste sobre mi piel. No han curado, sin embargo, mis heridas. Me ha besado una ola en los labios, y se ha puesto celoso el Sol.  Vuelve a mi lado. Arrópame. Sopla fuerte mis miedos. Quemaremos camas. Arderá el cielo por la tarde. Y al caer la noche, Satán nos rendirá tributo. Arrodíllate ante mí y reza lo que sepas. Súbeme a ese altar y deja que el miedo corra y se escape. No lo necesitas. Sé valiente y bésame los daños.  Dime si me quieres aún. Si aunque haya pasado el tiempo me miras y sientes en seco, como se detiene tu latir. Si cuando obvio el espacio que hay de más entre ambos dos, y te rozo la piel con la mia, sientes lo que yo. Llama a mis ojeras por su nombre que es el tuyo. Y no muerdas mi labio inferior.  La próxima vez no me contengo las ganas de que el amor nos haga. Y he llenado de recuerdos los lugares donde antes solo había polvo. He perdido en tus lunares,