Estoico
El latido de mi corazón que perfora mi pecho de fuera a dentro intentando llegar a ti, rompiendo la coraza, los muros, el puto alma y sucede el más mágico misterio, el de tu mano en la mía, el de tu aliento invadiendo mi habitación. La música me quita la ropa siguiendo un compás. Tú sigues mi espalda con la mirada por el pasillo. La persigues hasta llegar a mi cama y nos besas a las dos. Y me vuelves loca con tu sonrisa rota, con tu pelo despeinado, con tus ojitos brillantes y con tu barba de tres días. Me das la mano y caminamos por Madrid, por Atenas, por Roma, por París... Y a cada paso, besas con cuidado mis labios, y las tardes se suceden unas a otras como los besos que se atropellan, como una copa tras otra. Das caladas largas al cigarro y soy yo, cariño, quien tose. Pero no por el humo, no por la gripe, no. Sino porque me pongo celosa de todo lo que besas si no soy yo. Y los soles de todas las ciudades brillan más en tu mirada que en el horizonte, que en cualquier reflejo sobre...