Porque se fue.
Estaba sentada en la silla, con una postura un tanto incómoda, sin atender a la clase y preguntando en todo momento la hora, hasta que llegó. Sonó el timbre en el pasillo y me apresuré a recoger lo poco que me quedaba en la mesa, mientras buscaba con la mirada la puerta. Bajamos deprisa hasta el patio, y más rápido aún, salí hacia la calle mientras me recolocaba el uniforme. El primer paso que di una vez fuera, fue delicado pero decidido. Bajé la calle corriendo, sin despedirme de nadie, esquivando los coches de los padres de mis compañeros que muy a su pesar habían venido a buscarlos. Me agarraba la falda como podía, porque mientras corría se me abría. Había adelgazado y se me caía. Llegué a la rotonda, y con cierto cuidado, crucé por ella, cambiándome de acera. Sólo una me llevaba a la estación, y no me importaba en absoluto lo que las chismosas de las madres pudiesen decir al verme correr entre sus coches así, cruzando de mala manera; Ni me importaba lo que mis compañeras ...