Heridas

Me he abierto en canal. Me he rajado el pecho, y he cogido tu mano. Tú, me mirabas a los ojos. Yo sonría. Puse tu mano en la herida, agarrándome los latidos, presionando fuerte mientras de ti dependía mi vida. Le has hecho latir a tu antojo, ordenando con cada suspiro una nueva arritmia. Has sentido bajo tu piel, que ocurre con mis pupilas si lo pulsas, como se dilataban también las tuyas. Me has visto sangrar, me has contado las venas, me has cortado las penas y has bebido de mi sangre. Y ahora soy eterna. Porque la eternidad puede ser un solo momento. 
Me has desgarrado los labios, me has besado las ganas, has oído cómo reventaban mis miedos como si fuesen cristales, como se quebraban mis sueños y me arañaban . Has sujetado con besos tiernos mi paciencia, te has cosido en el costado el hilo del que siempre pendió mi voz. Me has hecho hueco en tu hombro y has secado todas mis lágrimas. Me ha temblado el pulso a tu lado, y tú me acariciabas. Apaciguabas mis demonios. Pulías siempre mis virtudes y me ayudabas a brillar. Conocías todas mis aristas, y estuviste conmigo en la más alta de las cimas. Me has visto caer. Me he hecho añicos delante de tus ojos y tú, siempre me levantabas y sanabas mis heridas, pero ya no.
Hoy la noche es triste, no encuentro razones, y las ilusiones se me han descolgado de la yema de los dedos. Hoy la música del arpa de los dioses que me acostaban cada noche retumba en mi cabeza. Me habéis abandonado, y la felicidad de las mañanas a tu lado se ha convertido en el rocío de un jardín que ya no florece. Y me he quedado prendada de su olor y  también del tuyo, que me invadía como ahora me invade la tristeza, la melancolía. Y me toco la cicatriz del pecho, y juraría que aún hoy sigue siendo herida abierta.
Sóplame la cara y despiértame de esta pesadilla, hazme arañazos y no pedazos. Bésame los labios y vuélveme a querer.