Trotamundos.
Y en Madrid al llegar la noche rejuvenecen las calles. Se
llenan de luces y pasos largos. En Galicia se tiñen de verde los prados para
estar listos a la mañana siguiente. Llueve en sus playas. En Barcelona ya nadie
habla de política y se besan amantes de lenguas distintas. Sevilla se sube al
tablao y canta canciones del sur, para empujar el viento a las ruinas de
Mérida. En Canarias aún no es de noche. Y en Segovia se enganchan las almas
rotas bajo su acueducto, trocitos de historias aún sin acabar. Valencia no
tiene esta noche mascletá y sin embargo estallan en bares las risas de quiénes
no se quieren separar, y arden hogueras en su fina arena aunque no sea san
Juan. En Toledo aún luchan quienes abogan por la igualdad: por sus barrios
judíos pasean musulmanes y cristianos charlando de paz.
Toda la noche viajando si me miras con esos dos ojos tuyos.
¿Cómo puede ser que vea tanto dolor y sufrimiento y a la vez sea capaz de
encontrar la calma?
Anduve de puntillas con aquellos que huían de la guerra y
solo encontraban hostilidad. Morí en Pakistán, en los brazos de una madre sosteniendo
a su hijo. Y si me miras las manos aún las tengo llenas de heridas de aquel
taller asiático donde cosí de niña.
En Venecia se calman las aguas, y en París navegan barquitos
de papel por el Sena. Y en Corea di mi opinión más sincera mirando hacia el
paredón. En Londres no suenan los Beatles si no estás. Si quieres vamos andando
hasta Roma. Tiraremos monedas en todas sus fuentes. Pídeme a mí.
"Qué bonita
resultas a la luz de las velas." Me dices, y yo solo pido soplarlas,
pidiendo deseos y quedarnos a oscuras, recorriendo la patria que encuentro en
tu pecho, el hogar en el que me envuelven tus brazos. Protégeme del viento y de
todo el horror que yo no he vivido y sin embargo veo a través de tus ojos.
Regálame continentes de igual manera. Los ríos de América. Construyendo puentes
que salven vidas por todos los mares de África. Surcando el océano en patera y
perder la vida. Reírnos en antros ingleses bebiendo como irlandeses.
Te quedas en silencio y pintas en mi pierna contornos que no
entiendo y pregunto el porqué de unos ojos tan lindos, y no entiendo ni tus
dibujos ni tu querer. ¿Cómo es posible? Y me hablas de países y ciudades
eternas. Me pintas lugares que soy capaz de imaginar.
Y me miras de nuevo y veo Cracovia y la plaza roja de Moscú.
Veo auroras boreales brillando en tu iris e intuyo los fiordos de noche. Aquí
en el polo se ven más estrellas y brillas de día.
Estoy dispuesta a todo. No son los pies quien hacen camino.
No se guían solo del cielo quienes quieren encontrarse. Yo a tu lado pierdo el
rumbo y me encuentro. Boca arriba y boca abajo, pateando este planeta siempre
de noche, en noches como esta...
El mundo en tus manos. El mío en tus ojos.
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