Por dos segundos más.


Gata negra,
deja de clavarme las uñas en la espalda.
No he venido a declararte guerras,
no he venido a quedarme con nada.

Paloma blanca de ala rota,
yo solo sé
confiar en tus heridas,
confiar en la dinámica del viento,
confiar en que te dejen alzar el vuelo,
dejadla morir en libertad.
Que yo me moriré de pena
luego.

He vaciado la estación espacial
a gritos de emergencia
para vivirte fugaz
como un astro amenazante
que compromete esta ciudad.
He prometido a jóvenes astrólogos,
un fenómeno sobrenatural.
Cambiaré las constelaciones
de forma y lugar,
cambiaré mi signo del zodiaco para ver si así,
crees que tienes que besarme.

¿Son así las reglas de este juego?

Solo quiero que no acabe,
que no muera esto que hay plantado,
que sigas siendo hierro en sangre.
Que me pidas que te siga,
que me des la mano y no la sueltes.
Que dejes libre a tus ganas confinadas.
Que dejes libre el apetito,
que no vuelva ya por casa.
Que des rienda suelta a tus deseos más impuros,
y alimentes la mala fama como Nerón.
Aguantaré cien años el imperio,
tan solo dos segundos si te tengo en el salón.
Que venga el César y lo vea.
Que vengo del lugar equivocado;
voy a estrellarme antes de salir de allí...

No llores mi pérdida que no soy Cuba,
no lamentes los cielos azules sin bridas,
las mentes brillantes que nacieron a oscuras,
de la represión y la culpa.
Tienen en el brazo picotazos,
pasan los días contando gramos,
anoréxicas y yonkis,
salvadles,
salvadles por favor…

Salvadles y venir luego a por mí.

No quiero oír a madres que lloran,
no soporto la mirada alicaída de
los niños que ven y no entienden el porqué.

Personas que saben contarte qué hay
abajo del abismo,
personas que merecen
una segunda oportunidad
que quien antes te libraba,
ahora es quien sentencia.

Que los héroes llevan capa,
y la heroína en mi barrio,
ahora se encuentra en ruletas de la suerte,
en la manga del crupier,
en la conciencia de quien destrozó familias enteras.
Inoculando el veneno en los barrios,
donde la ironía llora, y
esconde la mierda sin alfombra.

Yo que culpo abiertamente
a empresarios de sus vicios,
yo que lloro a los pies de sus camas,
y me mantengo regia en el pecado,
yo que estudio escalas del dolor,
dejaría todo de lado,
mis principios venerados,
mis tachones consagrados,
mis heridas enmarcadas,
por dos segundos más.

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