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Tú sonrisa me besa feliz, y la Luna pellizcada, que no entiende nada, sostiene aún así el cielo rosado, y rosa tus mejillas, y mis labios. Y sujeta las estrellas, a lo lejos, pero hoy más cerca que nunca. 
El vino que se cae de tu copa, a mi boca. Mis palabras que tropiezan contra el muro de tus dientes, y se caen. 
Y te juro, 
Que no hay noche que no recuerde
Que no te sueñe 
Como antes. 
Y tus besos que parecen manos, que me moldean, que me hacen cosquillas y van y vienen con el viento, al ritmo que empapan las olas la orilla, suave, lento, como dar el do, o el fa, o darlo todo de mí, quizás en un viejo piano, y pisar el pedal y que suene pausado, mantenerlo en el tiempo aunque se haya ido, como la luz de las estrellas esta noche, como este recuerdo en mi memoria. 
Y aveces bajo a hacer la compra
   Y te busco por las calles
      Y a veces te veo y me hago la loca
         Que quizás no es tanto el fingir
            Que me muero por tus huesos
               Y me caigo de los tacones
                  Me doy de bruces 
               Y allí abajo, aveces,
            Y solo aveces
        Me encuentro con mi alma,
     Me saluda con dos besos
  Y te juro, vida mía, 
que me saben a poco. 

Es tan difícil el despertar si no es a tu lado, que hoy ni siquiera me he tumbado, porque tengo miedo de las mañanas frías y empapadas ya solo del rocío de la madruga, que no quiero tentar a la suerte, ni a mi fuerza, porque noto día a día, que cuanto más tiempo pasa y la distancia no se acorta entre tus labios y mi boca, me voy volviendo cuerda, abandonando los recuerdos y la locura que tiñe mis pecas, en el poso amargo del café que es el único que me tiene en pie. Y el corrector de ojeras que antes sonreía, ahora llora, porque dice que se ahoga debajo de unos ojos azules que están dejando al mar seco. 
       
       Y querrás creerme o no,
           si te digo sollozando
    que no sé qué hacer con tanta
                      lágrima,
      Que eras tú el que de eso
                   encargaba.

Pero un día al alba, te voy a buscar y te voy a encontrar, como predecías que pasaría, y te voy a volver a besar como aquel día, bajo la luna, y esta vez, te prometo que estará entera, para que sepas que las dos, venimos llenas, de ganas de comerte a besos, de que no acaben las noches. Y me voy a dormir sobre tu pecho, y vas a acusarme de allanamiento de morada, o de moral, porque te voy a dejar la casa patas arriba, y la vida. Que he dejado ya los dogmas de lado, que ahora solo me importa saber cómo voy a hacerlo, que prendas son las que más te gustaría quitarme, y si tu lecho, será el de mi muerte. 

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